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Este hongo mutante de Chernóbil se alimenta de energía atómica y tiene una forma muy espeluznante

* Un organismo descubierto en el corazón del desastre nuclear más famoso del mundo podría cambiar lo que sabemos sobre la vida y la radiación.

WASHINGTON, 23 de mayo de 2025.- En el lugar donde ocurrió una de las catástrofes más estremecedoras del siglo XX, un nuevo hallazgo científico está generando revuelo. Se trata de un hongo mutante en Chernóbil que no solo sobrevive a la intensa radiación del entorno, sino que parece alimentarse de energía atómica. Este organismo, con una apariencia oscura y aterradora, podría ser la clave para futuras tecnologías de protección radiológica.

Conocido como Cladosporium sphaerospermum, este hongo fue hallado en 1991 creciendo sobre las paredes del reactor nuclear dañado de Chernóbil. Desde entonces, diversos estudios han demostrado que no solo tolera la radiación, sino que la utiliza como fuente de energía a través de un proceso único en la naturaleza: la radiosíntesis.

Tras el accidente nuclear de 1986, se pensaba que la zona de exclusión de Chernóbil sería inhabitable durante siglos. Sin embargo, apenas cinco años después, los científicos descubrieron este extraño hongo negro creciendo en pleno corazón del desastre. Lo sorprendente es que no solo no moría ante la exposición a la radiación, sino que crecía con más fuerza en las áreas con mayor carga radiactiva.

La explicación está en su alta concentración de melanina, el mismo pigmento que da color a nuestra piel. En este caso, la melanina actúa como una especie de antena natural, absorbiendo la radiación gamma y transformándola en energía química, al igual que las plantas lo hacen con la luz solar. Este proceso, bautizado como radiosíntesis, convierte al hongo en un verdadero «comedor de radiación».

El aspecto de este hongo radiactivo no pasa desapercibido: tiene una coloración negra intensa, textura rugosa y formas retorcidas que recuerdan a formaciones coralinas. Pero más allá de su imagen espeluznante, científicos de todo el mundo están analizando su posible aplicación en entornos extremos, incluyendo misiones espaciales.

Un estudio realizado en colaboración con la NASA demostró que una capa de estos hongos podría proteger a los astronautas de la radiación cósmica, lo cual sería clave para viajes prolongados al espacio, como una misión a Marte. Además, se investiga su uso en reactores nucleares, hospitales o centrales eléctricas, donde podría actuar como barrera natural contra la radiación.

El hallazgo del hongo mutante de Chernóbil no solo demuestra la increíble capacidad de adaptación de la vida, sino que también abre las puertas a nuevas tecnologías inspiradas en la naturaleza para enfrentar uno de los mayores peligros del siglo: la exposición a la radiación.


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