* El vuelo 780 de American Airlines se desvió el pasado 02 de junio por tamaño del Boeing 787-9.
* El Aeropuerto de Nápoles no cuenta con categoría 9 RFFS necesaria para el Boeing 787-9.
* Los pasajeros viajaron tres horas en autobús desde Roma a Nápoles tras aterrizar seguros.
ROMA, 14 de junio de 2025.- El pasado 02 de junio, el vuelo 780 de American Airlines, operado con un Boeing 787-9 Dreamliner, experimentó un desvío inesperado que afectó a 231 pasajeros y 11 tripulantes. Este vuelo, que partió del Aeropuerto Internacional de Filadelfia (PHL) con destino al Aeropuerto Internacional de Nápoles (NAP) en Italia, tuvo que aterrizar en el Aeropuerto de Roma Fiumicino (FCO) debido a que se determinó en pleno vuelo que el avión era demasiado grande para aterrizar en Nápoles. Este incidente ha generado un amplio debate en la industria de la aviación y ha puesto en evidencia las limitaciones operativas y de infraestructura que enfrentan ciertos aeropuertos para recibir aviones de gran tamaño.
El vuelo 780 de American Airlines despegó de Filadelfia a las 7:42 p.m. hora local, con una llegada programada a Nápoles para las 10:00 a.m. del día siguiente. La aeronave asignada fue un Boeing 787-9 Dreamliner, un modelo más grande y con mayor capacidad que el Boeing 787-8 que normalmente opera esta ruta. El 787-9 puede transportar hasta 290 pasajeros, mientras que el 787-8 tiene capacidad para 242. En este vuelo, viajaban 231 pasajeros y 11 miembros de la tripulación.
A medida que el avión se acercaba a Italia, la tripulación y el control aéreo detectaron que el Aeropuerto Internacional de Nápoles no estaba certificado para recibir un avión de ese tamaño. Por ello, se decidió desviar el vuelo hacia el Aeropuerto de Roma Fiumicino, donde aterrizó alrededor de las 9:45 a.m. hora local. Posteriormente, los pasajeros fueron trasladados en autobús desde Roma a Nápoles, un trayecto de aproximadamente 220 kilómetros que duró cerca de tres horas.
La causa principal del desvío fue una incompatibilidad entre el Boeing 787-9 Dreamliner y las capacidades del Aeropuerto Internacional de Nápoles. Este aeropuerto está certificado para servicios de rescate y extinción de incendios (RFFS, por sus siglas en inglés) de categoría 8, lo que es adecuado para aviones como el Boeing 787-8. Sin embargo, el 787-9 requiere una certificación de categoría 9 debido a su mayor tamaño y peso.
Además, la longitud de la pista en Nápoles, que mide 2,628 metros (8,622 pies), es apenas suficiente para un Boeing 787-8 con ciertas restricciones de carga, pero insuficiente para el 787-9, especialmente para operaciones de despegue. El aeropuerto también mantiene un límite de peso máximo para las aeronaves de 75,000 libras, lo que restringe la llegada de jets más grandes. Estas limitaciones están establecidas para garantizar la seguridad en las operaciones y no han cambiado recientemente.
American Airlines explicó que el desvío se debió a estas «limitaciones operativas» y pidió disculpas a los pasajeros afectados. La aerolínea organizó el transporte terrestre desde Roma a Nápoles para minimizar las molestias.
Para los pasajeros, el desvío significó un retraso considerable y un cambio inesperado en sus planes de viaje. En lugar de aterrizar directamente en Nápoles, tuvieron que completar un viaje adicional en autobús de tres horas. Este tipo de interrupciones puede generar estrés, pérdida de conexiones y gastos adicionales.
Para American Airlines y otras aerolíneas, el incidente subraya la importancia de asignar correctamente los aviones según las capacidades del aeropuerto de destino. La sustitución de un Boeing 787-8 por un 787-9 sin verificar la compatibilidad con la infraestructura local puede causar problemas operativos y afectar la experiencia del pasajero.
Los aeropuertos con limitaciones similares a las de Nápoles podrían enfrentar una reducción en el número de vuelos de aviones grandes, lo que podría afectar el turismo y los negocios en la región.
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