* El hombre vivió cinco meses de manipulación emocional y mensajes diarios de una supuesta celebridad, hasta descubrir que todo era una elaborada farsa creada con inteligencia artificial y mucha astucia
LONDRES, 05 de julio de 2025.- La historia de Paul Davis, un británico de 43 años de Southampton, pone de manifiesto hasta qué punto las estafas digitales pueden manipular emociones y vulnerabilidades personales en tiempos de tecnologías avanzadas. Davis, desempleado y solitario, fue blanco de una sofisticada táctica de engaño sentimental en la que terminó convencido de que Jennifer Aniston, la reconocida actriz estadounidense protagonista de Friends, no solo se había enamorado de él, sino que también requería su ayuda para solventar una factura de Apple.
Todo empezó cuando Davis comenzó a recibir mensajes y materiales visuales que aparentaban provenir de Aniston. Los mensajes estaban cuidadosamente elaborados y reforzados por fotos y videos falsos, en los que la supuesta actriz le enviaba besos y sostenía carteles declarando su amor. La convincente escenografía digital incluía incluso una imagen presentada como la licencia de conducir de Aniston y archivos de audio que imitaban a la perfección la voz de la actriz, cortesía de las nuevas herramientas de inteligencia artificial.
En esa atmósfera de aparente intimidad y urgencia afectiva, la falsa «Jennifer» le confesó estar pasando apuros económicos que le impedían pagar sus suscripciones de Apple. Como gesto de apoyo, Davis fue solicitado para comprar unas tarjetas de regalo, por un valor total cercano a los 270 dólares, suma que él transfirió creyendo en la autenticidad de la relación. «He recibido videos falsos de Jennifer Aniston diciendo que me ama y pidiéndome dinero», relató Davis. «Me lo creí y pagué» añadió.
La estafa que sufrió Davis es representativa de una tendencia creciente: el uso de inteligencia artificial y técnicas avanzadas de falsificación de identidad para construir fraudes verosímiles. Los criminales detrás del engaño no solo suplían la imagen y la voz de una celebridad reconocible, sino que generaban documentos y evidencias digitales difíciles de refutar para quien quiere creer. Esta sofisticación tecnológica permitió mantener la ficción durante meses, a través de materiales periódicos enviados a Davis, como nuevos videos y audios supuestamente grabados para él.
El impacto psicológico y económico fue claro, aunque el mayor daño se centró en el sentimiento de vergüenza y decepción al descubrir la verdad. Davis admitió que la intensidad y la insistencia de los mensajes le llevaron a pagar por miedo a perder ese lazo artificial.
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