jueves, marzo 28, 2024
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Adriana. ¿La última historia?

Tenemos que dejar de ser una sociedad ególatra, indolente, pasiva. No justifiquemos más los delitos, abusos y feminicidios, pues lo único que estamos creando y reforzando es que, en este país, #LosFeminicidiosNoExistan #NiUnaMás

LA COLUMNA ROTA/ FRIDAGUERRERA VILLALVAZO

Durante estos días he estado presentando mi libro #NIUNAMÁS, de editorial Aguilar. Donde narró, algunas historias de mujeres que han sido asesinadas en este país de la ignominia. En el epílogo, mencionó que quisiera dejar de escribir estas historias de mujeres asesinadas, de familias rotas, de madres que se quedan esperando a la hija que no vuelve.

Sin embargo, por más que deseo que sea la última, no es así.

Adriana nació el 29 de mayo de 1981, en Toluca, Estado de México, hija de María Rosa García y Jesús Esquivel. Su familia la recuerda como una niña muy amorosa desde chiquita, le gustaba abrazar mucho a todos, a sus hijos, sobrinos, “de las tres era la más maternal” recuerda Karla.

 

Celene y Karla son las hermanas menores de Adriana Esquivel García, Era la hermana mayor, madre de 5 hijos. Adriana fue prácticamente abandonada por el padre de sus hijos, ella se encargaba de trabajar para ellos, vivía con sus padres María Rosa y Jesús Esquivel. Y lo que más amaba era a su familia, daba la vida por sus hijos.

En 2015, inició una relación con José, a quien conoció en su trabajo, comenzaron una relación sentimental. Sin embargo, José era un hombre casado, aquel clásico macho que le decía a Adriana que su mujer no quería darle el divorcio, de esos que pululan, de esos que saben envolver a una mujer vulnerable.

“Al principio se veía una relación normal, a los seis meses nos dimos cuenta que el sujeto era casado, además mi hermana cambió mucho, se hizo muy reservada, José la controlaba en demasía, quería saber todo el tiempo donde estaba, Mi hermana le daba todos los datos, hasta le pasaba a los niños para que supiera que sí estaba con ellos”.  Comenta Karla.

Por más que la familia hizo por hacerle entender a Adriana que ese no era un hombre que la amara, ella no lograba alejarse.  En alguna ocasión la hermana de José, la amenazó, la familia la apoyó para cambiarle el número del celular. Sin embargo, volvieron a tener contacto. “No sé cómo, pero él la convencía de regresar, ella solo me decía que lo quería mucho” detalla Karla.

Adriana era noble, le creía que la esposa lo amenazaba diciéndole que si la dejaba lastimaría a sus hijos, todo lo que le decía ella lo creía.  Unos meses antes de mayo de 2016, Adriana cayó enferma, la llevaron a infinidad de médicos y no le encontraron nada médicamente, “ella solo decía que sentía opresión en el pecho, que el dolor se le subía al pecho” Karla me comenta que la familia la apoyó mucho, sin embargo, José no, nunca puso un pie en la casa para saber el estado de salud de Adriana, por lo que los padres de Adriana le pidieron que no acudiera cuando la citaba en el Centro de Toluca, Estado de México.

José jamás intentó relacionarse con la familia, mucho menos con los padres de Adriana. El 10 de mayo de 2016, el padre de los hijos de Adriana les llamó para intentar retomar la relación de abandono en la que los tuvo por muchos años, las niñas de Adriana querían retomar esa relación, finalmente era su padre. La abuela paterna de los niños, los invito a comer, obviamente Adriana iba con ellos. Enfurecido José porque tenía relación con la familia de sus hijos, la llamó, – ¿Dónde estás?, dame la dirección-

El energúmeno llegó al domicilio. El mensaje, eres mía y quien se acerque lo debe de saber.

El 15 de mayo de 2016, Adriana se preparó, para acudir a ver al padre de sus hijos, la joven madre lo necesitaba, su hijo mayor en la adolescencia estaba teniendo problemas por lo que Adriana necesitaba que el padre le ayudará un poco con la carga.

 

El 16 de mayo, Adriana se fue a trabajar con su papá, quien tenía una vidriería, “No sabemos qué pasó, de la nada Adriana le dijo a su papá que iría a recoger a sus hijos quienes estaban en casa de su abuela paterna y con su padre”. Al llegar a la casa de su ex pareja, Adriana llorando le dijo que le encargaba mucho a los niños, sobre todo al mayor.

La joven madre regresó a su casa en ese momento entró una llamada de José, las hijas de Adriana comentan que ella apresurada solo dijo, sí, ya voy.  Esa fue la última vez que la vieron.

Al siguiente día María Rosa fue a ver a Karla para decirle que Adriana no había llegado a casa, solamente ya entrada la noche mandaron un mensaje del celular de la joven, diciendo que estaba bien, que se había ido con un amigo que la había invitado a salir, Karla recuerda que les pareció extraño, ya que el nivel de control que tenía José en ella era tanto que Adriana no se habría atrevido a salir con nadie más.

Durante toda la tarde estuvieron buscándola, en hospitales, no les levantaron la denuncia hasta que pasaran las 72 horas, en redes sociales Karla, Celene y sus hijas pusieron la imagen de Adriana, para intentar localizarla. Por la noche una sobrina de Karla les hizo llegar la nota donde se notificó el hallazgo de una mujer con las mismas prendas que llevaba Adriana, el terrible descubrimiento se llevó a cabo en la zona arqueológica del cerro del Toloche, en el barrio de Zopilocalco, en Toluca, Estado de México. “Y sí era mi hermanita, llame a mi mamá para notificarle que era Adriana”.

 

José Juan fue detenido en septiembre de 2016, tenía una orden de aprehensión como probable responsable del feminicidio de Adriana, fue sentenciado a 70 años de prisión, acusado de feminicidio.

A pesar de que su asesinó ya recibió sentencia los hijos de Adriana nunca han sido atendidos psicológicamente, la reparación del daño que le fue dictada a José Juan Campos González. A la cual tienen derecho, no ha sido entregada, los hijos de Adriana de 20, 19, 17, 13 y 11 años. No han vuelto a ser los mismos, el de 17 años se ha vuelto más introvertido, callado.  Su hijo de 11 años en el día de las madres pasado, prefirió no acudir a la escuela porque mamá ya no está. Los aniquilaron.

 

El 16 de mayo de 2018, Adriana cumplió dos años de haber sido arrebatada de sus hijos, sus padres, sus hermanas. La extrañan, les hace falta, añoran sus abrazos, sus besos, la ternura que emanaba. Celene escribió lo siguiente para ella.

“Ya dos años sin mi hermana, y como la vida nos ha cambiado por un maldito cobarde, y el pinche dolor cada día es más intenso, mucha gente es buena para criticar, pero no saben que dolor tan terrible es perder a una persona bien cercana.  Todas esas familias que nos han quitado a un ser querido compartimos ese enorme dolor. Y las familias de esos malparidos no deberían de solaparles todas esas fechorías a estos malnacidos o no sé cómo llamarles, a estos desgraciados que les arrebataron, la vida a cada mujer a cada niña, no más asesinadas”.

 

Y nuevamente desearía que las cifras diarias dejaran de actualizarse. Que está historia fuera la última que contaré. Lamentablemente, sé que así no es.

 

 

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mayo 2018

Quieres contar una historia de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas.

@FridaGuerrera

fridaguerrera@gmail.com

 

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